martes, 18 de diciembre de 2007

Articulo de Liliana Daunes


Diciembre. Un mes que acumula memorias y desmemorias. Un mes en el que todo se renueva. La dominación y las rebeldías.
Las burbujas del brindis nunca terminan de ocultar la realidad de que el año que termina, clava sus uñas para aferrarse al travesaño.
Un gobierno nacional que se dice nuevo, aunque no cambie ni siquiera de apellido. Un gobierno porteño que se dice pro, aunque todo lo que se anuncie sea contra.
Y un pueblo que aún desmovilizado marcha, por todas las demandas postergadas.
No alcanzaron a apagarse las luces de los actos oficiales, y comenzaron a oírse los petardos de artificio estallando en la Plaza de Mayo.
No alcanzaron a anunciar desde el gobierno proteño el cierre de los espacios culturales: festival de teatro, de tango, canal de la ciudad, cuando las callecitas de buenos aires se llenaron de ese qué se yo, viste.
Piqueteros y jubilados que persisten en su costumbre de sobrevivir luchando. Trabajadoras y trabajadores que se organizan.
Asambleístas que no comprenden las advertencias disciplinadoras que dicen que se terminó el tiempo de las deliberaciones, y salen a las calles contra el saqueo, la contaminación, y por tantas exigencias tales como detener la destrucción de las tierras, de las aguas, del aire.
Demandas que para hacerse realidad, confrontan la lógica de destrucción de la llamada civilización occidental, que es el eufemismo más absurdo para nombrar al capitalismo esclavizante y asesino.
Espacios que se cierran. Impunidades que corroen la justicia. Cuando se están por cumplir 15 meses de la desaparición de Julio López, el asesino Héctor Febres, prefecto torturador, o perfecto torturador de la ESMA, se cobra su última víctima … él mismo. Llamado de atención para las renovadas derechas humanas. El pacto de silencio se bebe un trago de cianuro. Brindis envenenado disparando contra la sentencia. Otro crimen de lesa impunidad queda archivado.
En Río Cuarto, Cromañon muestra su rostro demacrado, casi al mismo tiempo en que Chabán recupera la libertad, para volverse clandestino; casi al mismo tiempo que Aníbal Ibarra asume como legislador, escapando a las sillas vacías que frente a la Legislatura, gritan ausencias que casi nadie quiere recordar.
Mientras un grupo de hombres y mujeres reclaman la recuperación de la soberanía, y para ello la nacionalización del petróleo, Repsol anuncia desde España que renovará las inversiones.
¿Por qué no te callas? Grita la monarquía dizque socialista a un continente recolonizado.
Desde el fondo de la memoria diciembre calla. Que se vayan todos. Todos y todas, corrige el diccionario de crítica implacable al lenguaje sexista.
Las oligarquías celebran la derrota del Sí en Venezuela, se ponen en pie de guerra en Bolivia, muestran sus garras. Que se vayan todas.
Bajen las armas, que aquí solo hay pibes comiendo. Pide Pocho Lepratti en Ludueña.
Y más acá, y más allá, algo termina. Algo empieza.

viernes, 14 de diciembre de 2007


Toco tu boca, con un dedo todo el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos, donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua. Julio Cortazar

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Nocturno/1


El catecismo me enseñó, en la infancia, a hacer el bien por conveniencia y a no hacer el mal por miedo. Dios me ofrecía castigos y recompensas, me amenazaba con el infierno y me prometía el cielo; y yo temía y creía. Han pasado los años. Yo ya no temo ni creo. Y en todo caso, pienso, si merezco ser asado en la parrilla, a eterno fuego lento, que así sea. Así me salvaré del purgatorio, que estará lleno de horribles turistas de la clase media; y al fin y al cabo, se hará justicia. Sinceramente: merecer, merezco. Nunca he matado a nadie, es verdad, pero ha sido por falta de coraje o de tiempo, y no por falta de ganas. No voy a misa los domingos, ni en fiestas de guardar. He codiciado a casi todas las mujeres de mis prójimos, salvo a las feas, y por tanto he violado, al menos en intención, la propiedad privada que Dios en persona sacralizó en las tablas de Moisés: No codiciarás a la mujer de tu prójimo, ni a su toro, ni a su asno... Y por si fuera poco, con premeditación y alevosía he cometido el acto del amor sin el noble propósito de reproducir la mano de obra. Yo bien sé que el pecado carnal está mal visto en el alto cielo; pero sospecho que Dios condena lo que ignora.
Nocturno/1 de Eduardo Galeano